En la vida uno se va cruzando con personas de toda índole. Muchos
nos pasan desapercibidos, otros prácticamente no nos dejan huella. Algunos
forman parte de nuestras vidas y unos pocos, solo unos elegidos, nos marcan
profundamente aun sin apenas proponérselo. Esto sucede de un modo natural,
irreflexivo; irracional. Por una serie de circunstancias, en ese momento
determinado, dicha persona está ahí y nos deja marcado a fuego una idea en lo
más profundo de nosotros mismos.
Pueden contarse con los dedos de una mano, al menos en mi
caso, a quienes incluir en esta lista de gente influyente. Muchos nos han
marcado a lo largo de nuestra vida, pero no es a esos a los que quiero hacer
referencia en esta entrada. No. Estas líneas van destinadas a recordar a
aquellos que nos han cambiado profundamente. Que nos han hecho mejores personas.
Que han supuesto un salto evolutivo dentro de nuestra trayectoria vital,
equivalente a muchos años de experiencias, años de ensayo y error.
No hace mucho, visité a una de estas personas en el
extranjero. Mi vida durante estos dos últimos años no habría sido la misma si
no la hubiera conocido casi accidentalmente una calurosa noche de agosto, en un
Madrid desbordado de ilusiones. Ella sabe que le debo tanto como haber podido
superar una de las etapas más oscuras de mi vida. Ella sabe que nunca terminaré
de poder agradecérselo como se merece. Siempre tendré una deuda pendiente
contigo, qeu por mucho que me emperre en saldar, quedará viva de por vida.
También recuerdo a un hombre con el que después de más de
veinte años, me volví a cruzar hace un par de meses. Profesor de mi colegio y
máximo responsable de despertar en mí el espíritu crítico, la capacidad de
razonar correctamente y la curiosidad infantil por todo aquello que me rodea.
Por no hablar de la pérdida del miedo al ridículo que tanto daño causa entre la
gente. Estaba mayor. Muy mayor. Y prácticamente no cruzamos más que unas pocas
palabras. Luis, mi querido profesor renacentista. Nunca te podré confesar lo
mucho que te debo por aquellos dos años de formación, ni lo mucho que me has
influido en mi manera de ser y de pensar hasta lo que me he convertido hoy en
día.Tu mujer me enseñó a leer. Tú me enseñaste a pensar.
Posiblemente, aunque en un sentido muy diferente, una
personita, a quien debo también muchísimo, ha sido la responsable de hacer
tambalearse toda mi escala de valores, autoproclamándose cima de ella y única y
legítima gobernanta de la misma. Sin llegar a tres años, esta chiquilla ha sido
toda una lección de cómo plantearse las cosas desde un punto de vista más
altruista. Sin quererlo se ha convertido en el faro que dirige la nave de este desastroso
capitán, de momento con un éxito innegable y con una ilusión y una devoción
fuera de toda duda. María, no deberías admirarme como lo haces, con esa
confianza ciega en mí, pues aunque no seas capaz de verlo, los defectos son más
que las virtudes. Sabes que eres lo más importante de mi vida, y que pese a
todos mis errores, siempre serás el motor que me lleve a tratar de ser un
poquito mejor persona a cada día que pase.
Y por último me siento afortunado, aunque haya días en los
que desearía que nunca hubiera sucedido, de haberme topado con una mujer muy
especial, muy diferente, un tanto extraña, que ha conseguido poner patas arriba mi vida durante estos
cuatro últimos meses. Más que haberme cambiado la vida (ojala lo hubiera hecho), lo que ha conseguido
es hacerme abrir los ojos para darme cuenta de lo muy equivocado que me
encontraba buscando en el lugar erróneo, lo que se debe tratar de encontrar en
otro lado. El problema es que una vez encontrado, también me ha demostrado lo
demasiado lejos que me encuentro todavía de ello. Tal vez la responsable de la
cita que preside hoy el blog, no sea consciente de la fuerza con la que ha
hecho tambalearse mis esquemas mentales, completamente faltos de experiencia en
estas lides de flechazos irreflexivos y pasiones incontrolables.
A todos ellos les agradezco lo mucho que me han aportado y
espero poder haberles pagado a mi manera, con un poquito de la misma moneda.
Esa mujer que ha puesto patas arriba tu vida estos últimos cuatro meses. Escribe sobre ella.
ResponderEliminar¿Perdón? Me temo que no aceptamos sugerencias. Y hay temas que un caballero no expone en público. A nadie le interesa quien es esa persona. Solo a ella y a mí. Lo siento. Los culebrones, en el blog de enfrente.
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