No se cansará de esperarte, aquel que no se canse de mirarte.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sorpresas en la niebla


Después de una larga noche y de un tardío despertar, echo de menos el clima disfrutado estos días en Roma. Madrid ha amanecido con la misma niebla que me encontré ayer a la salida de la cena. Con la misma niebla y con una lluvia que me trasladó a los meses en que viví en Amsterdam. Cuatro grados y humedad. Mi tobillo se lamenta y lo paga con una discreta cogera.




Si la compañía fue buena, la conversación interesante y el postre largo y espectacular; lo que no estuvo a la altura fue el local. Entre Suspiro y Suspiro pasa por haber sido uno de los mejores mexicanos de la ciudad. Antaño era un lugar de difícil acceso. Muy de moda y con unos precios un tanto elevados. Ayer, lo primero que me llamó la atención fue encontrarme, un viernes de primeros de mes, solo dos mesas ocupadas.

Nos sentaron abajo, en una coqueta mesa con dos sillones. El resto de la sala estaba vacía y decidimos desprendernos de nuestros abrigos. Posteriormente yo cometería el error de quedarme en mangas de camisa, pero son los riesgos del picante. El servicio se mostró muy educado pero bastante lento. Tardaron casi diez minutos en llevarnos las cartas y otros diez las bebidas, lo que para un local medio vacío es excesivo, y más en Madrid. Mi acompañante de entrante se decantó por unos tacos pato pastor y yo por unos cigarritos, plato fuera de carta y que me habían recomendado en ocasiones anteriores. Cuando nos preguntábamos por si se habían olvidado de nosotros, vino la camarera a informarnos de que no les quedaba mi petición, por lo que les pedí que me trajeran lo mismo que a la chica que me acompañaba.

Con los entrantes llegó otra sorpresa: el frío. Susana, muy friolera, no me dijo nada, por lo que al principio no me preocupé de la extraña sensación que me recorría los pies. Después de todo, en un par de ocasiones en Roma había sentido ese frío durante la comida. Los tacos, de pato con piña y guacamole, estaban exquisitos, con un ligero deje picante, en absoluto molesto. Tres tacos por comensal y otras dos cervecitas para bajarlos.

De plato principal pedimos pollo y cordero, con unas tortillas para hacernos tacos y poder compartir la comida. El pollo al mole estaba delicioso, sazonado con un montón de especias y con un toque de cacao que le daba un sabor muy peculiar. El cordero avándaro, mucho más contundente, pedimos que lo acompañaran de arroz en lugar de frijoles, que además de no ser mucho de nuestro agrado, eran poco propios para una cena. Raciones generosas, sin llegar al exceso. Ahora el frío era notable y, pese al jersey que me había puesto, calaba hasta los huesos.

Avisamos a la camarera, que sorprendida se limitó a decirnos que la calefacción estaba puesta. Terminamos los platos y ateridos por el frío le pedimos que cerrara la "calefacción" que el aire que entraba parecía proceder del mismísimo polo. Tras un par de minutos vino a disculparse diciendo que, efectivamente, la calefacción estaba estropeada y que estaba entrando aire de la calle. Decidimos arreglarlo pidiendo un postre caliente. Una especie de tarta de chocolate, para limar asperezas pasadas. También pedimos la cuenta, pues a quien escribe, se le estaban empezando a entumecer los dedos de las manos.

A la tercera cucharada del postre, casi me ahogo al comprobar que la cuenta que me acababan de traer estaba bien. Noventa euros, sin vino y sin segundos platos. Con un solo postre y tan solo cuatro cervezas y dos jarras de agua. El truco en los entrantes que, si bien se suponía que costaban cinco euros, esto era por unidad: cada uno de los tacos.

No es de extrañar que estuviera medio vacío. Comimos bien, pero el precio de este restaurante parece no aceptar que la situación económica no es la mejor y que gastarse dieciseis mil pesetas de las de antes en unos tacos y un par de platos bien preparados no es el mejor incentivo para atraer clientela.

El taxi a casa, otros dieciocho euros, me recordó una anécdota en un taxi romano con un olor sospechoso y pilotado por un personaje de lo más curioso. Menos mal que esta vez después se arregló una noche que terminó con una ducha a dos y un desayuno de lo más interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Publicar Comentario