No se cansará de esperarte, aquel que no se canse de mirarte.

martes, 11 de octubre de 2011

Entre trovadores y cruzados

Estaba pensando en lo poco que parecen haber influido las mujeres en la historia y en el arquetipo de princesita y príncipe azul cuando ha venido a mi memoria una mujer nacida en Poitiers y que en mi opinión fue la más importante del siglo XII y una de las más influyentes de la historia de la humanidad.

Su abuelo, duque de Aquitania, se consideró el primer trovador francés. Hasta entonces, eran los juglares quienes cantaban las gestas épicas y los cantares románticos, artistas populares que vagaban de un pueblo a otro, mientras los trovadores, estaban formados por la flor y nata de la aristocracia y sustituían las plazas de los pueblos por las cortes y castillos europeos.

Fue la mayor de tres hermanos y desde pequeña recibió la mejor instrucción en filosofía, bellas artes, música e idiomas, pero a los quince años quedó huérfana, muriendo su padre, su madre y su hermano. Leonor, la nueva duquesa, se ponía al frente de una casa que poseía un tercio del territorio francés y más riquezas que la propia monarquía gala.

Madre de poetisas, príncipes, reyes y santos. Reina de Francia y de Inglaterra, casada y divorciada. Para unos una ramera que pasaba de cama en cama con miles de amantes. Para otros una protectora de la cultura y el arte cuyos ecos nos llegan hoy en día.

Dirigió Inglaterra pese a su marido, encabezó una cruzada y creó una espléndida corte en Poitiers donde recrearía el ideal del amor cortés inspirado por su abuelo. Estableció protocolos originales para potenciar la caballerosidad galante. Chrétien de Troyes o André Le Chapelain desarrollaron gran parte de su obra bajo la batuta de esta inigualable mujer. Muchos otros bardos, juglares y trovadores se acercaban a su corte para ensalzar el idioma del cortejo y a retarse en competiciones de justas poéticas. Allí renació desde las tradiciones celtas recopiladas el ciclo artúrico con su Ginebra, los caballeros y Merlín.

Encarcelada por traidora sobreviviría a su hijo Ricardo, el del corazón de león, para alzar en el trono a su otro hijo, Juan. Reinó, regentó, confabuló e inspiró a todas las generaciones venideras. Finalmente se retiró rodeada de su corte de artistas e intelectuales a Fontevrault donde murió a los 82 años sin haber perdido un solo diente. Una mujer que luchó por sus ideales y logró casi todos sus sueños, en una época mucho más complicada que la presente.


“Quiero deciros que ya no menciono vuestro nombre. Que ya no soy vuestro, que soy otro hombre. Pero mi boca os evita, y mi pensamiento no acude a la cita, pero ¿de qué fueron hechos mis sentidos? Con qué material confeccionaron mis oídos porque siempre oigo vuestra voz, y aunque mi alma os añore, mi piel siempre evoca algo de vos”

Guillermo IX de Aquitania.

2 comentarios:

  1. A mí el rollo de las princesitas me da un poco de grima. Las mujeres pueden salvarse así mismas, incluso salvar al príncipe. Prefiero a mujeres como Isabel II o Isabel la católica, que a la cenicienta. Me ha gustado mucho el artículo. Un saludo,
    Sélene

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  2. Me alegro de qeu te haya gustado, pero precisamente la imagen que quería dar es la de que no se trata de perfiles excluyentes. Esta mujer compaginó el aspecto tal vez más cursi, con la lucha por sus hijos contra el rey su padre, por la nulidad de su primer matrimonio, por vivir libremente una sexualidad completamente fuera de tiempo y por hacer en todo momento lo que creyó lo correcto.

    A veces menospreciamos un arquetipo sin darnos cuenta de que se trata de una mera etiqueta que, en la realidad, puede tener sus aspectos positivos. Bueno ya me salió la moralina de colegio de curas...

    Lo dicho, encantado de que te haya gustado. La próxima la buscamos más guerrera, que también las hay.

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