No se cansará de esperarte, aquel que no se canse de mirarte.

jueves, 27 de octubre de 2011

Espera interminable

Sin una solución deseable, me debato entre lo que debería querer y lo que quiero en realidad. Me siento rastrero. Cada vez que el tren cruza un túnel, rezo por que el móvil no recupere la cobertura. Una llamada intrascendente me hace pensar si desconecto o no el teléfono. En la práctica, una vez dentro, lo mismo me da ya hasta llegar. Atocha espera. Estoy cansado, con el estomago un tanto revuelto. Sin la conciencia tranquila.

Este bombero debería desear no tener que ejercer como tal. Después de todo, los daños colaterales son siempre sustanciales. Sin embargo, en su interior un ascua le quema las entrañas. Es un sentimiento casi olvidado. Su mero recuerdo es aterrador. En el fondo es así. Deseo no poder dormir esta noche, pero no puedo dejar de pensar lo que eso significaría. No, ni a mi peor enemigo podría desearle eso. Menos a quien me abrió lo ojos.

Continúo con mi dilema. Felicidades incompatibles. Desisto. Soy como soy y no puedo evitarlo. Quiero cenar solo esta noche, pero no soy capaz de desearlo. Demasiado acostumbrado a dejar de lado mis propias necesidades, pienso que por una vez mi desgracia significará la felicidad de quien se lo merece. Sonrío y, aun confundido, continúo la partida de ajedrez en un móvil que acaba de recibir otro mensaje.

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