No se cansará de esperarte, aquel que no se canse de mirarte.

martes, 4 de octubre de 2011

Sobre la marcha

Agotado y sin mi esperado recreo nocturno que hacía de mi destierro temporal al barrio de Malasaña una bendición, esta noche se planteaba como una oportunidad para practicar el sueño en todas sus disciplinas. Sin embargo después de catorce horas sentado, el corazón pide cosas, que la cabeza no comprende.

Necesitado de mimos y una buena charla recordé el fresco olor del cilantro y del cardamomo, el fragante azafrán, la canela, el comino y la nuez moscada. El afrutado sabor del jengibre y la calidez de quien siempre me ha hecho considerar su local en Ortega y Gasset como mi segunda casa.

Mi confesor, un viejo compañero de batallas, no dudó en tratar de remediar un día que desde el mismo lunes se adivinaba traicionero. Quedamos a las once y media, ventajas de quien es habitual, y sin reserva nos prepararon una mesita apartada del barullo de un local siempre abarrotado.

Nadeem, siempre tan agradable, tras saludarnos rechazó todas mis disculpas por la hora a la que llegábamos y nos hizo sus recomendaciones. Mi amigo delegó su comanda a mi criterio, por asiduo, y yo me decanté por lo seguro dadas las horas. Éramos solo dos y no procedía una extensa muestra de los asados y curries del local. En su lugar y como entrantes pedimos unas exquisitas samosas y, en honor del mejor tandoori que he probado nunca fuera de India, un plato mixto de pollo y cordero asados al tandur. Después un suave curry de pollo con una salsa de yogur, tomate y cilantro junto con el exquisito curry de lentejas y espinacas especialidad de la casa. Todo ello suavizado con un poco de arroz pulau y del delicioso naan que también preparan en el tandoor.

Tan deliciosa cena amansó mi fiera con su suave picante y mi caro amigo remató la faena con destreza. Desde los papadum de entrada hasta el delicioso lassi con el que cerramos la velada escuchó pacientemente mi letanía sin casi decir palabra. Hablamos de amistades inesperadas y traiciones sorprendentes. De lo azaroso de la vida y de cómo extraerle hasta la última gota de esencia. De la ética y la estética; de lo bueno y de lo malo, de locuras, de sueños…

Durante el paseo de vuelta al coche, mis problemas eran una sombra del pasado. Veintinueve años, mucho tiempo de amistad. Y ahora, desde estas líneas solo puedo agradecerle haber podido contar con su apoyo durante todo este tiempo. Felicidades por tu incipiente paternidad. Después de tantos sustos y disgustos la tenéis bien merecida, y nos habéis recordado lo que realmente es un problema y lo que no dejan de ser pequeños inconvenientes.

5 comentarios:

  1. Tengo que ir a ese restaurante.

    Me alegro de que tras una buena cena y una buena charla tus problemas quedaran atrás.

    Mil besos trovador.

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  2. Tanto sola como acompañada, me encargaré de que te traten como una reina. Si eliges lo segundo, conozco quien te puede aconsejar entre platos tan exóticos.

    Un beso.

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  3. Tandoori... qué recuerdos!! Celebré allí mi 23 cumpleaños. El último junto a una persona muy querida que ese mismo año se marchó. Afortunadamente, nunca se sabe lo que te espera a la vuelta de la esquina...
    Me alegro de encontrar casualmente un rinconcito bloguero tan agradable. Un abrazo muy fuerte.
    Sélene

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  4. Bienvenida Sélene a este rinconcito que espero sigas queriendo disfrutar. Tampoco existe ya quien me descubrió forzado este local, pero siempre nos quedará evocar los recuerdos.

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  5. Siempre es un acierto dedicarle tiempo a las verdaderas amistades... La amistad es una gema q uno debe cuidar... y que lo supera todo... incluso algún tiempo perdido... Nunca olvidaré el momento, gracias al cual, se pudo arreglar un error del q siempre me hubiera arrepentido...

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